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Cualquier cosa que nos domine, generará culpa y vergüenza.

1 Corintios 6:12-13 y 10:23,24

“La paz de Dios es una bendición demasiado grande para sacrificarla por un momento de satisfacción egoísta.” (Tom Eisenman)

La obsesión con nuestro ego se manifiesta de diversas maneras: 

a.  Obsesión con el sexo (placer) 

b.  Excesiva preocupación por la imagen de uno mismo (“qué dirán los demás” acerca  

     de mí).

c.  Excesiva protección acerca de la “imagen” de nuestra familia

d.  Excesiva protección acerca de mi capacidad financiera (La falsa creencia de que 

     soy lo que gano. Temor a que sepan cuánto gano)

e.  Excesiva sensibilidad emocional (“me hirieron”; “me frustraron”; “me defraudaron”; 

     etc.)

Soluciones al problema de la obsesión del ego:

Cuanto más crecemos a la imagen de Cristo, más vencemos la obsesión con nuestro ego. Debemos permanecer sometidos a Dios, y si aun no tenemos relación con él, debemos ser salvos (reconciliación).

Todo lo que se practica por muchos años (el placer inmoral; las barreras mentales de defensa de la autoestima, de la familia y del dinero) demuestra que la persona aun sigue mentalmente (cerebralmente) en el proceso de desarrollo. “Nuestras inseguridades controlan nuestras conductas”.

Un autor dijo: “Frecuentemente mantenemos nuestros problemas y obsesiones en secreto porque el placer que nos proveen es mayor que nuestro deseo de liberarnos de la obsesión”

La solución para vencer la obsesión con nuestro ego

  1. Reconozca que tiene una obsesión con el ego. Llámela por su nombre: pecado.
  2. Confiese el pecado de esta obsesión a Dios y arrepiéntase. El arrepentimiento siempre es el primer paso hacia el cambio genuino. 
  3. Manténgase firme fortalecido en el poder del Señor (Efesios 6:10). Si usted es de Cristo, ya no es esclavo del pecado (Romanos 6:14-23) Los ataques del ego continuarán, pero la gran diferencia será que usted podrá vencerlos, si se mantiene firme en su relación con el Señor Jesucristo. Cuanto más crecemos a la imagen de Cristo, más vencemos la obsesión con nuestro ego.