¿Está luchando con los mismos problemas desde hace años?
Soy terapeuta de matrimonios, y por esa razón, puedo decirle que la terapia es una herramienta, y se usa para casos que -realmente- necesitan terapia. El 99% de los casos no la necesitan; lo que la pareja necesita es cambiar de actitud, y esto sólo se logra rindiéndose completamente al Señor Jesucristo.
A medida que pasan los años y continúo sirviendo a las parejas, veo con más claridad, que es una pérdida de tiempo tratar de darles “terapia” para que solucionen sus problemas. En casi todos los casos, y seguramente han sido cientos de casos en tantos años, escucho las mismas quejas, y observo que el problema siempre tiene que ver con el “dios del yo”, o la “carne”, como lo llama Dios en Su Palabra. Por supuesto no ignoro que existen otras razones que provocan problemas, por ejemplo: el adulterio, la violencia doméstica, las adicciones, las diversas formas de inmortalidad, la ignorancia en cuanto a qué es el matrimonio, e inclusive: el crimen, pero estos casos complicados no representan la mayoría. Cuando las personas no cambian su actitud, tampoco cambian sus problemas. Esto es emocionalmente muy agotador.
La mayoría de los problemas matrimoniales tiene que ver con el ídolo del “yo”. Siempre he escuchado expresiones tales como: “YO no me voy a dejar”; “A MÍ no me va a hacer esto”; “Él/ELLA No hace lo que YO le pido”; “¡YO ya no puedo seguir así, lo mejor será separarnos o divorciarnos porque YO ya no soporto esto!”, “Es que no ME entiende”, y otras expresiones semejantes. ¿Dónde quedaron el “amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, y la templanza? ¿Será que no están porque aún no ocurrió el nuevo nacimiento?
Sé que todos los cristianos luchamos contra los deseos de la carne, (obedecemos al dios “yo”, la carne, el cual no siempre se expresa en inmoralidad), pero si vivimos según la carne, o en otras palabras: si ese es nuestro estilo de vida, mostramos que nunca ocurrió el nuevo nacimiento en nosotros, es decir: mostramos que todavía estamos perdidos (Jeremías 13.23). Pero hay oportunidad para el arrepentimiento si Dios, en Su soberanía y misericordia, lo permite.
Gálatas 5.1-25
De modo que, la causa de todos los problemas matrimoniales, no es siempre un evento en particular, sino la actitud que exalta al “yo”. El texto de Gálatas 5 concluye con una orden que resuelve cualquier problema:
“Porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu. No seamos vanidosos, irritándonos unos a otros y envidiándonos unos a otros”.
¿Está dispuesto a crucificar su “yo”? Si es así, entonces su matrimonio puede cambiar.