Judas, el medio hermano del Señor Jesús, escribió una carta inspirado por Dios, la cual se encuentra casi al final de la Biblia. En su carta, él muestra a tres tipos de personas que caen en el error de los falsos maestros, debido a la confusión que estos promueven. Los primeros que caen en el error son los que dudan de la verdad. Luego están los que tienen dudas, y por último los que han caído y no quieren regresar a la verdad.
El texto de este libro dice que a los que dudan es necesario convencerlos. Tenemos que estar firmes en la sana doctrina, y en nuestro caminar diario con Cristo. Esto significa que debemos ser auténticos dentro y fuera de casa. Tenemos que convencer a los que dudan, y lo hacemos por medio de conocer muy bien nuestra fe, y practicarla. Debemos orar por ellos como nunca antes, porque están siendo atacados crudamente como nunca antes.
En cuanto a los que ya han caído, pero aún tienen dudas, la Biblia dice que debemos tener misericordia de ellos, y al mismo tiempo, temor de no contagiarnos. Si es necesario, debemos sacarlos del medio ambiente que los ha contaminado, que los ha hecho caer. No se trata de actuar con violencia hacia ellos, porque la Biblia no está incitando a la violencia, pero sí está llamándonos al rescate de las víctimas, porque estas aún tienen la oportunidad de regresar a la verdad antes de que sea tarde. El último grupo está formado por quienes ya han caído, y no quieren volver a escuchar la verdad de la Palabra de Dios. A estos no debemos rechazarlos, pero tampoco debemos contaminarnos haciendo lo que ellos hacen, pensando que de ese modo los ganaremos para Dios. La Biblia nos enseña que ya no debemos tratar con ellos como si aún fueran hermanos en Cristo, y además, no permitirles entrar en los servicios de la iglesia (“No le digáis “bienvenido”…). Tampoco debemos contaminarnos escuchando, o viendo sus mensajes en los medio sociales, o leyendo sus libros, o asistiendo a sus eventos, si se trata de personas de reconocimiento público.
La carta concluye con una de las exaltaciones escritas más profundas, dadas a Dios, en el Nuevo Testamento. Esta exaltación de Dios (Padre e Hijo), tira por la borda todos los argumentos de los gnósticos de la época de Judas, como también a los de nuestra época. El mensaje para nosotros hoy, igual que para la iglesia a la que le escribió Judas es este: Hay falsos maestros que se meten en la vida de los creyentes y en sus iglesias, y ya no solo entrando físicamente, sino también vía los medios sociales, las escuelas, las universidades, las conferencias, los conciertos, etc., y lo hacen como "lobos vestidos de ovejas” (Mateo 7:15), y que de maneras muy sutiles, se presentan como siendo “más espirituales”, o: “llamados por Dios con una unción especial, diferente”, etc. En algunos casos su engaño es muy evidente y hasta fácil de ver; en otros casos, es más complicado de detectar. Nuestra mayor defensa es la Palabra de Dios junto con la oración.
Así que, diga “NO” a la confusión que propagan los falsos maestros. Conozca profundamente la Biblia, y ore rogándole a Dios que le proteja y le edifique en Él.